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AYUDANDO AL BUEN MORIR
Esther Morales León
Psicóloga Clínica y Educacional – Chile
www.esthermorales.cl
La muerte es el término natural de la vida, existe una concepción biológica, psicológica, social, religiosa y espiritual acerca de este proceso humano, pero que también ocurre a nivel estelar, animal y vegetal, en el caso de nuestra especie, corresponde al proceso de separación del cuerpo y el alma.
Desde el inicio de los tiempos, diferentes culturas han tenido una concepción filosófica o religiosa acerca de Dios, primero politeísta y posteriormente monoteísta, donde la muerte es representada de una forma particular, por cada una de ellas. Ejemplos históricos son las antiguas religiones politeístas egipcia, griega, romana, celta o nórdica, en la zona europea, norteafricana y las religiones amerindias o precolombinas como la inca, maya o mexica. El monoteísmo es la creencia de que existe un solo Dios, y sus más importantes religiones son el judaísmo, el islamismo y el cristianismo y el catolicismo.
Las actuales religiones politeístas, que creen en la reencarnación después de la muerte son : la tradicional china que destaca por conciliar distintas doctrinas como el budismo, el taoísmo y el confucionismo, el hinduismo, que es la religión más difundida en el continente indio, el sintoísmo japonés, la religión nativa de Japón y la santería.
Los egipcios tienen su Libro de los Muertos, llamado el Libro de la Salida al Día, del año 1650 AC, que deja ver su función básica: permitir a su dueño continuar viviendo en el más allá, vivir de nuevo en la tierra o unirse al sol en su viaje diario por el cielo.
El Libro Tibetano de los Muertos fue escrito por Padmasambhava, el fundador del lamaísmo tibetano, en el siglo VIII y comprende una orientación y prácticas relacionadas con la transformación de nuestra experiencia en la vida cotidiana, en cómo dirigir los procesos del morir, del estado después de la muerte y en cómo ayudar a aquellos que están muriendo.
En mi experiencia personal, a pesar de haberme criado en una familia católica, estudiar en un colegio de monjas y luego en una universidad pontificia, nunca encontré en dicha religión una respuesta al misterio de la muerte y la reencarnación, como la que descubrí en mis investigaciones acerca de religiones y filosofías orientales, de culturas milenarias como la china, india, japonesa, etc. Allí la muerte es sólo un paso entre vidas, no tiene la connotación de la desaparición final del ser humano, de pérdida y de tragedia, sino que es un paso natural que nos permite seguir evolucionando como almas, encarnando en diferentes cuerpos.
Aunque la muerte puede ocurrir a cualquier edad del ser humano, en este artículo nos referiremos a la muerte natural, especialmente aquella que ocurre en la ancianidad, cuando ya hemos terminado nuestro ciclo de vida en la tierra y que permite a nuestra alma desprenderse de un cuerpo viejo y muchas veces enfermo, para lograr una expansión y una conciencia, que no son posibles en el mundo material, cuando estamos encarnados.
En la cultura occidental el cuerpo y la mente son extremadamente importantes, el sentido de nuestra vida tiene que ver con nuestra identidad, la familia, la pareja, los hijos, la profesión, sin embargo y salvo que la muerte ocurra a una persona cercana, nos olvidamos de ella, ni siquiera queremos pensar en este proceso natural, la vemos muy lejana con ignorancia y temor, no sabemos qué ocurrirá después, la muerte es muy temida y se transforma en una tragedia de grandes proporciones, cuando ocurre por ejemplo en un niño, un joven, especialmente por enfermedad o accidente, pero curiosamente también en un anciano, que ha alcanzado el término de su existencia.
Nos cuesta envejecer, porque cumplir años nos acerca a ese fin tan temido, también nos expone a posibles enfermedades como el cáncer, la diabetes, el alzheimer, etc. sin que muchas veces lleguemos a entender a tiempo, que estos males crónicos tienen mucho que ver con nuestro estilo de vida y sólo nos ocupamos después de un diagnóstico médico y generalmente cuando ya es demasiado tarde.
En la medida que avanzamos en edad, vemos el deterioro y la baja de energía vital de miembros de nuestra familia de origen, personas mayores más o menos cercanas y obviamente es más doloroso, cuando son personas que viven con nosotros o son muy queridas. Dichas personas requieren cuidados especiales, tratamientos médicos a veces costosos, recargan nuestro día a día y demandan el tiempo que necesitamos entregar a nuestra pareja, hijos y trabajo.
No sabemos cómo prepararnos para nuestra propia muerte y menos para la muerte de estas personas y en cambio muchas veces nos aferramos a ellos, no aceptamos su próxima partida, con un gran costo emocional, afectivo y económico. Algunos ancianos están postrados, toman altas dosis de medicamentos, han perdido la memoria, hace tiempo que ya no son autovalentes, sin embargo al final de su ciclo de vida, el espíritu está más conectado, porque saben que la muerte está próxima y dejarán el cuerpo físico, el vehículo que les permitió la vida. A nivel emocional y mental muchos de ellos tienen miedo, no saben lo que les espera, especialmente si sus creencias religiosas y espirituales, ven a la muerte como el fin de todo ó como una experiencia en la que recibirán castigo por sus malas acciones.
Ahora les contaré algunos aspectos de mi experiencia personal, con el tema de la muerte :
Cuando yo nací mis abuelos paternos ya habían fallecido, por lo cual no tuve la oportunidad de conocerlos, sin embargo tuve la suerte de compartir nueve años con mi abuelo materno y hasta que fui adulta, con mi abuela materna, quien fué algo así como una madre para mí. Ella murió a los 86 años, sin tener ninguna enfermedad grave pero con un deterioro cognitivo, después de haber vivido en plenitud, haber sido esposa, madre, abuela y una mujer con ideas de avanzada, que me confesó su deseo frustrado de haber sido médico, en una época en que las mujeres no iban a la universidad.
Al poco tiempo de su muerte, leí un libro maravilloso, escrito en el año 1975, por el psiquiatra Dr Raymond Moody, llamado «Vida Después de la Vida», quien después de entrevistar a más de mil personas que vivieron experiencias de casi muerte ó ECM, señaló que “casi todos hablan de lo que podríamos llamar ‘memoria panorámica’, una visualización de los momentos más importantes de su vida, que pasan rápidamente ante sus ojos. Después viene esa especie de túnel con la luz al fondo y finalmente, el recibimiento en la luz de los seres queridos que les habían precedido en la muerte, la sensación de dicha, la ausencia de espacio o tiempo, la impresión de que todo es luz y amor, la resistencia a abandonar ese estado y por fin, el despertar de nuevo a la vida. Lo más significativo es que prácticamente todos cuentan la misma historia, y todos vuelven transformados, dejan de sentir miedo ante la muerte, se muestran cooperativos y amables, se desinteresan de la religión, etc.”
Tres años después de la muerte de mi abuela, Francisco mi segundo hijo, a los 6 meses de vida fue aquejado por una gravísima enfermedad neurológica, que lo tuvo durante años, muy cerca de morir y esa experiencia ha sido lejos lo más fuerte y doloroso, que me ha tocado vivir en mi ciclo de vida actual. Sin embargo esa dramática experiencia, aperturó una conciencia nueva dentro mío, que estoy segura no habría ocurrido de otra forma. Me abrí a un amor por mi vida, la de mi familia, amigos, pacientes y también a un sentimiento expandido y amoroso por nuestro mundo y las diversas formas que adopta la vida, pertenecientes a los distintos reinos, me transformé en una ecologista activa, entendiendo la enorme responsabilidad que tenemos como humanos, en la preservación de las distintas formas en que se manifiesta la vida, en el planeta tierra. Además como mi profesión de psicóloga clínica, me otorga la posibilidad del contacto directo con el dolor humano, pude acoger de una forma más sensitiva y empática, a quienes llegaban a mi consulta, en busca de ayuda.
Con los años, Juan Pablo mi hijo mayor, escogió hacer un trabajo en la universidad sobre la Regresión a Vidas Pasadas y yo sin tener mayor experiencia en este tema, salvo haberme leído los libros de Brian Weiss, me ví casi «presionada» a hacer por primera vez una regresión a mi hijo y a quien era su compañera en el ramo. Este simple acción me dió el valor para comenzar a utilizar en mi experiencia clínica, esta maravilloso herramienta de autoconocimiento, sanación, apertura espiritual y ya llevo aproximadamente veinte años realizando regresiones a mis pacientes, sorprendiéndome cada vez, con las impactantes vivencias y resultados que allí se obtienen, una prueba de que la vida después de la vida, es algo real.
Finalmente, me interesé en la obra de la psiquiatra y escritora suizo-americana Dra Elisabeth Kübler Ross, (1926-2004), una de las mayores expertas mundiales en la muerte, las personas moribundas y los cuidados paliativos. Ella enfocó su investigación en cinco etapas de duelo, que son : negación, ira, negociación, depresión y aceptación, las cuales se utilizan para afrontar situaciones muy difíciles, como mecanismo de defensa ante el problema. Según ella las mismas etapas las pueden enfrentar los pacientes con enfermedades terminales, pero también aquellos que tienen que afrontar una pérdida repentina, ya sea un empleo, un divorcio, o la partida de un ser querido. La Dra Kubler-Ross después de conocer tantas experiencias cercanas a la muerte, concluyó que la muerte no existe como tal, sino que el alma abandona el cuerpo físico, como una especie de metamorfosis donde avanzamos a un estado más puro, lleno de amor y energía.
Ahora voy a relatarles, mi experiencia como una persona que ha facilitado la transición al otro plano, de tres miembros ancianos de mi familia materna, ellos fueron en orden cronológico, mi tío Francisco, a los 86 años, mi madre Elcira, a los 93 años y mi tío Fernando a los 83 años, todos ellos hermanos.
La primera vez que lo hice, fue algo que nació de mi espíritu en forma natural y luego lo repliqué en la segunda y tercera vez, sin grandes variaciones. Utilicé una metodología simple en forma intuitiva y espontánea, con un sentimiento amoroso y respetuoso, para estas tres personas que fueron muy importantes en mi vida, mi alma también estuvo abierta y receptiva a que la posibilidad de canalizar de mejor forma, la actitud y las palabras que necesitaba para realizar tan delicada tarea.
PREPARACION PARA EL BUEN MORIR EN SEIS PASOS (experiencia personal que puede ser replicada o adaptada)
- PREPARACION : Busqué un momento tranquilo y pedí a los cercanos, estar un momento a solas con la persona, entendiendo que a pesar de que ya estaba en coma, su espíritu estaba completamente receptivo, a cuanto ocurría a su alrededor y especialmente si lo que recibiría sería algo trascendente, para poder hace su paso al más allá.
- REIKI : Hice algunas respiraciones profunda con ojos cerrados y realicé un recorrido con mis manos abiertas, por el campo energético de la persona, en dirección de cabeza a pies, por el centro y los costados de su cuerpo. Luego puse mi mano izquierda sobre la cabeza y la derecha sobre el corazón, para armonizar.
- SITUACION ACTUAL : Después de un momento me senté al lado de la persona y tomé una de sus manos, con respeto y delicadeza, iniciando la comunicación verbal con ella, describiendo con el mayor realismo posible, cuál era su situación actual en términos de calidad de vida, salud, relaciones familiares, aspecto económico, necesidad de cuidados especiales, tratamientos médicos y farmacológicos, etc.
- AGRADECIMIENTO : Hice un relato lo más objetivo posible, respecto del tipo de persona que fue durante su vida, con sus principales cualidades y dones, un recorrido por los principales hitos de su existencia, agradeciendo en su nombre, todo lo bueno que le ocurrió en su vida, por todos sus logros y éxitos de todo tipo en el ámbito personal, de pareja, familiar y social. Luego hice una descripción de lo que la persona había significado para mi vida, describiendo las mejores características de nuestra relación, permitiéndome agradecerle por todo lo entregado a través del tiempo, en aspectos afectivos, emocionales, materiales, etc.
- PERDON : Este fue el momento más crucial, de nuestra despedida y tuvo que ver con darme la oportunidad de pedir disculpas o perdón por algunas situaciones en las cuales no actué correctamente con la persona, fallé, abandoné o hice daño de alguna manera. Para mí este fue el momento más emocionante y significativo, que me permitió no quedar con nada pendiente y liberar responsabilidades y culpas, en el momento que la persona aún estaba viva y podía escucharme.
- PREPARANDO EL VIAJE : Realicé una descripción de como ocurriría su paso a la muerte, como el término de esta vida terrenal y del cuerpo físico como el vehículo que le permitió su existencia en la tercera dimensión y conjuntamente el paso de su espíritu o alma a dimensiones más elevadas, donde no existe la vejez, el dolor, el sufrimiento, el miedo, la pena, ya que ello sólo ocurre cuando se tiene un cuerpo, una mente y un ego.
En este último paso es importante aludir a las creencias religiosas o espirituales de la persona, como una forma de facilitar la comprensión y el acercamiento a la trascendente experiencia que vivirá, enfatizando que el alma ingresará a un espacio luminoso, donde sentirá mucha paz y mucho amor. También que será recibido (a) por algunos familiares, amigos, pareja, que ya partieron, por lo cual en ningún momento sentirá ni miedo, ni dolor, ni soledad.
RESULTADOS OBTENIDOS : En los tres casos, las personas continuaron en coma, sin señales de agravamiento de su condición médica, en el caso de mi madre, ella cerró sus ojos, relajó completamente su rostro y cuerpo, en el caso de los varones continuaron recibiendo oxígeno y respirando ruidosamente.
El fallecimiento de los tres ocurrió coincidentemente, en la madrugada y de forma pacífica dos a tres días de haber sido asistidos, sus rostros estaban plácidos y serenos, lo cual llamó la atención de personas que los vieron una vez fallecidos, durante su velatorio o funeral.
Recomiendo esta preparación para el buen morir en 6 pasos, especialmente para familiares cercanos de personas que padecen enfermedades terminales en su última etapa, quienes han tenido accidentes con riesgo vital, adolescentes o adultos desahuciados y ancianos a los que les queda poco tiempo de vida. Se puede hacer estando la persona en estado de vigilia, dormida ó en coma, ya que el alma de una persona está siempre despierta.
Para mí personalmente, fue una oportunidad de devolverles lo que me entregaron en vida, a la vez que el enorme privilegio de haberlos acompañado amorosamente, en su último tiempo en la tierra. Espero que este artículo les sirva como guía, en caso de que les toque vivir la proximidad de la muerte de algún cercano y siéntanse libres de ayudar a esa persona de la forma más auténtica y natural como les dicte su corazón, este será el mejor regalo que ustedes podrán hacerles, antes de su viaje más trascendente……..