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Esther Morales León
Psicóloga Clínica y Educacional – Chile
Cuando escuchamos la palabra placer, tendemos a asociarlo con algo de índole sexual, porque en nuestra sociedades frecuente ver o escuchar en fotos, películas, música, revistas, a personas sintiendo placer y felices únicamente en sus encuentros de pareja, pareciera que el placer solitario y autogenerado, no existe y el que no tiene pareja, está condenado a ser solitario, triste e infeliz.
Muchas personas creen en este mito y por ello aceptan relaciones insanas, adictivas y de mutua dependencia emocional, por el miedo a estar solos(as). Durante nuestra existencia en este mundo, establecemos múltiples y variadas relaciones con diferentes personas, se nos enseña a valorar el amor a los miembros de nuestra familia, la amistad, el compañerismo, el compromiso de pareja, pero nadie nos enseña, acerca de un tipo de amor fundamental, y que es el amor y la comunión con nosotros mismos. Nos sentimos buenas personas cuando queremos a otros, pero no sabemos cuales son los parámetros que muestran el tipo de amor que nos tenemos.
Muchas de las personas afectadas por trastornos psicológicos y que he atendido durante años en mi consulta, tiene una casi nula o deficiente relación consigo mismos, y llegan a ser sus principales jueces acusadores y castigadores más crueles, empeñados solo en ver sus defectos, problemas, y empleando formas de autocastigo altamente eficientes, como comer mal, dormir poco, trabajar demasiado, olvidarse de cualquier actividad gratificante que realizaron en el pasado, tener adicciones, etc.
Lo primero que recomiendo, a alguien que quiere sanarse y sentirse mejor con su vida es conectarse con su cuerpo, y a pesar de que nuestro espíritu habita en nuestro cuerpo desde que nacemos hasta que morimos, estamos clara y permanentemente mucho más conectados con la mente.
Cuando iba como en segundo año de Psicología, un profesor de psiquiatría nos dijo en una clase: “la mente, es la loca de la azotea”, todos nos reimos y yo nunca olvidé de esa frase, que habla de nuestra insana conexión con aquella esclava del ego, que nos lleva permanentemente al pasado, al futuro, recreando o creando escenarios de miedo, rabia, sufrimiento y dolor.
La conexión con nuestro cuerpo nos ubica inmediatamente en el ahora, “lo único que tenemos”, debemos sentir nuestra postura, sensaciones, estado de ánimo, para saber si estamos confortables o predisponernos a hacer algún cambio, si ocurre lo contrario.
Hace un tiempo leí en una revista, que las personas interpretan erróneamente su sensación de deshidratación, como hambre y por eso hay tantos obesos en el mundo. Muchas veces el dolor es una señal que envía nuestro cuerpo para que nos ocupemos de él y lo que hacemos no es escucharlo, sino rechazar la zona donde se experimenta el dolor, tomar rápidamente un remedio o visitar a un médico que en una consulta de 20 minutos, pretendemos sabe y conoce más a nuestro cuerpo, que nosotros mismos en toda nuestra existencia.
La conexión amorosa con nuestro cuerpo empieza por tocar, palpar y sentir, con suavidad y respeto, no existen zonas prohibidas, solo algunas que por tener muchas terminales nerviosas se han denominado zonas erógenas, porque tocarlas causa placer.
No dudes en pasar cremas y aceites aromáticos por toda tu piel, masajear zonas contracturadas y adoloridas y destinar algo de tu presupuesto a hacerte masajes con alguna buena terapeuta. En tu vestimenta no uses lo que está a la moda, usa lo que te queda bien y los colores que más te gustan. Muchas mujeres visten enteras de negro, sin saber que este es un color deprimente, que atrae energía negativa. Aprende a saber intuitivamente en la mañana de que color vestirte, si necesitas energía : colores cálidos, si andas nerviosa y acelerada : colores pastel, si te sientes cargada negativamente : usa ropa blanca o morada, si necesitas protección : usa azul.
Aprende a activar tus sentidos, siempre hay algún pajarito cantando, un aroma flotando en el aire, el sol entibiando tu espalda, el bello rostro de un bebé en su coche, una florería llena de colores, selecciona lo que captura tu atención y es bello, huele o suena bien. En tu casa u oficina, escucha música armoniosa y relajante, usa aromaterapia para perfumar tus ambientes, aléjate de comentarios acerca de tragedias, malas noticias, pelambres, rumores, etc.
Come lo que te gusta y hace bien, en la cantidad que necesites; torturarte con dietas de hambre no sirve de nada, primero mejora la relación afectiva que tienes con tu cuerpo y él adquirirá solo proporciones más armoniosas, de acuerdo a tu genética, raza y contextura.
Cuando vayas a una comida, fiesta o encuentro, disfruta conversando y conociendo a otros, más que comiendo, bebiendo o fumando en exceso, tu cuerpo te lo agradecerá al otro día. Nuestro planeta es bello y tiene diversos paisajes, recorta fotos del lugar que quieres visitar y prométete a ti mismo(a) regalarte pronto un viaje y una experiencia de vida a ese lugar.
EJERCICIO SUGERIDO
Tendido o sentado, respira profundo desde tu pecho, siente tu corazón , el órgano de la vida, dale gracias por latir para ti cada día, comienza a recordar o a crear con tu mente el lugar en la naturaleza más hermoso que seas capaz, los ingredientes pueden ser, campo, playa, montaña, lago, bosque, río, combínalos como quieras, visualízate caminando por ese lugar, impregnándote de cada detalle y de la belleza total del lugar, ahora siente tu cuerpo en un estado expandido, placentero, tranquilo y muy feliz, respira aire puro, ahora tú y ese bello lugar son una misma cosa