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HOMBRES Y MUJERES – APRENDIZAJES DE LOS NUEVOS TIEMPOS
Esther Morales – Psicóloga Clínica – www.esthermorales.cl
Nuestros padres y abuelos convivieron con roles hombre-mujer claros y definidos, sin embargo hoy estamos en el tercer milenio y los roles correspondientes a cada género, han ido cambiando en forma inevitable e irreversible, en mi opinión estamos en camino de superación del machismo y su consecuencia, el feminismo.
En el mundo occidental moderno, es frecuente ver situaciones extremas tales como hombres débiles e inseguros y mujeres dominantes y agresivas, así como un alarmante aumento de las rupturas de pareja y de la homosexualidad, lo cual habla de un efecto péndulo, que con el tiempo creo que tenderá a centrarse, contribuyendo a equilibrar las relaciones hombre- mujer, para generar una mayor armonía entre los sexos y por lo tanto una mayor estabilidad familiar, social y planetaria.
Según mi experiencia como terapeuta, actualmente muchos de los problemas de pareja, se deben a una repetición de viejos patrones aprendidos de nuestros padres y a la falta de conocimiento acerca de la dinámica humana de género, que hoy debería implicar cambios de pensamientos, actitudes y conductas, con el objeto de crear relaciones más evolucionadas, armoniosas y felices.
En este artículo, me permito entregar ideas y reflexiones para el hombre y la y mujer de nuestro tiempo, que desea mejorar su calidad de vida y sus relaciones de pareja y familiares.
EL HOMBRE DEBE APRENDER A:
Hablar y comunicar sus emociones y sentimientos y no sólo sus logros económicos y laborales.
Cuidar su aspecto físico, modales y vestimenta, tanto en privado como en público.
Leer y adquirir más cultura, siendo capaz de tener temas de conversación y no hablar sólo de fútbol.
Saber evitar de la obesidad, así como lo pide a su pareja.
Validar el sentir miedo, inseguridad, angustia, y no sólo rabia.
Ser más emotivo y afectuoso, con personas de ambos sexos.
Darle su justa dimensión al trabajo, como un aspecto más de la vida.
Ser más cariñoso físicamente con su pareja, sin interés sexual, necesariamente.
Evitar dominar e imponer sus valores, normas y conductas a la pareja, controlándola.
Compartir las tareas domésticas con la mujer, especialmente si ella trabaja fuera del hogar.
Saber que las mujeres valoran más a un hombre cariñoso y atento, que a un semental en la cama.
Valorar la monogamia, como una forma de ser más hombre.
Por ningún motivo, usar violencia física o psicológica, contra la mujer y/o sus hijos.
Ser honesto, evitando seducir a una mujer con mentiras y engaños, sobretodo si es casado.
Saber que su familia valora más su cercanía y presencia, que el dinero que aporta a fin de mes.
Estar más tiempo con sus hijos, bañándolos, haciendo tareas, paseando, cuidándolos si están enfermos.
Tomar una terapia psicológica, en caso de sentirse sobrepasado familiar o laboralmente, en crisis vital.
Ser valiente y reconocer su homosexualidad, evitando casarse y tener hijos, como pantalla.
Decidirse de una vez a dejar el cigarro, el alcohol o las drogas, mediante tratamiento profesional.
Evitar desmoronarse al quedar cesante, y mirar con optimismo el futuro.
Envejecer con dignidad, evitando el papel de «viejo verde» cazando jovencitas.
Tener más vida espiritual, contactando con la dimensión más trascendente de la vida.
Darse oportunidades de seguir aprendiendo y creciendo como persona, después de jubilar.
LA MUJER DEBE APRENDER A:
Ser más racional y práctica.
Valorarse y quererse más, independiente de que esté emparejada o no.
Dejar de lado el papel de víctima o de persona débil y dependiente, evitando manipular a otros.
Tener derecho al placer sexual personal y no sólo dar satisfacción al hombre.
Preocuparse de adquirir más cultura y conocimiento.
Validar su éxito profesional, laboral y económico.
Cuidar en no transformar en obsesión, la belleza, el cuidado del cuerpo y la vestimenta
Después de casada, evitar quedarse en la casa, si lo que se desea es estudiar o trabajar.
Estar bien consigo misma, siempre es mejor que agredir el cuerpo con cirugías plásticas y siliconas.
Destinar tiempo a meditar, relajarse, darse placeres personales como masajes, paseos, lecturas, etc.
Cultivar una diversidad de relaciones con hombres, donde tenga lugar la amistad y el compañerismo.
Evitar creer que un hombre infiel, agresivo o adicto al alcohol o drogas, cambiará después de casarse.
Ser intolerante frente a situaciones de descompromiso, maltrato e infidelidad por parte del hombre.
Compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, con la pareja.
Hacer demandas afectivas y sexuales a la pareja, en forma asertiva y concreta, sin miedo a perderla.
Comunicar un problema puntual a la pareja, evitando detallar y quejarse por situaciones del pasado.
Tener vida social, amistades y panoramas en forma independiente de la pareja.
Evitar tolerar situaciones de acoso sexual en el trabajo, con el objeto de no ser despedida.
Saber que los años traen madurez y crecimiento personal, además de arrugas.
Decidirse a pedir ayuda y delegar tareas, en vez de sobrecargarse de roles y andar agotada.
Evitar los sentimientos de culpa con los hijos si se trabaja, debiendo malcriarlos.
Mantener relación con la familia de origen, hacer visitas con o sin el cónyuge.
Dar tiempo a sus inquietudes de tipo espiritual y trascendente.
Esther Morales León
Psicóloga Clínica y Educacional – CHILE